JGB: la historia de cómo una empresa familiar caleña se ha mantenido vigente por 150 años | Cambio

JGB: la historia de cómo una empresa familiar caleña se ha mantenido vigente por 150 años | Cambio



Carlos Jorge Garcés Eder, presidente honorario de la junta directiva de JGB y bisnieto de su fundador.
EmpresasPublicado el 7 de noviembre de 2025 a las 3:00 am

JGB: la historia de cómo una empresa familiar caleña se ha mantenido vigente por 150 años

La empresa, que nació como una botica en la capital del Valle del Cauca, cumplió un siglo y medio de trayectoria. Carlos Jorge Garcés Eder, presidente honorario de la junta directiva de la compañía y bisnieto de su fundador, conversa con CAMBIO sobre la historia de la compañía de su familia.

Por: Laura Lucía Becerra Elejalde

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Un siglo y medio de historia no es nada desdeñable para una empresa familiar. Esa es la trayectoria que hoy tiene una compañía caleña que es una de las principales industrias vallecaucanas. Para muchos colombianos, la marca JGB puede ser sinónimo de algodón, de crema dental, de un jarabe para los bronquios o de un tarrito rojo, pero JGB también es una compañía de tradición familiar que después de quince siglos se mantiene bajo el liderazgo de una sola familia: los Garcés.


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“El negocio todavía está en la familia después de 150 años. Fue fundado por mi abuelo Jorge Enrique Garcés Borrero como un legado de su padre, el médico Jorge Enrique Garcés Velasco, quien murió a los 50 años y dejó viuda a su esposa, Joaquina Borrero, con siete hijos”, le cuenta a CAMBIO Carlos Jorge Garcés Eder, uno de los herederos de la industria JGB y presidente honorario de la junta directiva de la compañía.

La historia de la empresa se remonta a 1875, año en el que el médico Jorge Enrique Garcés Velasco funda en Cali la Farmacia y Droguería de Jorge Garcés Borrero, junto a su esposa, Joaquina Borrero de Garcés. En 1899 fallece y es entonces cuando su hijo Jorge Garcés Borrero asume la dirección de la farmacia junto a su madre.



El médico Jorge Enrique Garcés fundó una farmacia con su esposa Joaquina Borrero en 1875. Crédito imagen: JGB.

“En ese entonces, mi abuelo tenía 16 años y estudiaba en el seminario de Santa Rosa. Mi bisabuela le pidió que se devolviera y le ayudara con la botica de la familia, porque el mayor de los hijos, Manuel María, estudiaba en Bogotá, las tres hermanas ya estaban casadas, y los otros dos hermanos eran menores”, relata Garcés Eder.El legado de José María Acevedo, el fundador de Haceb, quien falleció a los 106 años

Ese trabajo entre madre e hijo fue lo que pudo transformar un pequeño negocio familiar en un gran laboratorio. En 1925, la farmacia cambió formalmente su nombre y se transformó en los Laboratorios JGB. A partir de allí, el negocio familiar se enfocó en fabricar productos farmacéuticos a un costo asequible y presentó innovaciones como vendas, antisépticos y el popular Tarrito Rojo, un suplemento que marcaría a generaciones de colombianos.

“Yo creo que la marca que tienen más presentes los colombianos es Tarrito Tojo, que antes se llamaba Kola Granulada. Es una marca muy vieja, que la compró un hermano de mi padre, Álvaro Garcés, que fue el miembro de la familia que más se encargó de los laboratorios. Es un producto que lleva muchos años en el negocio de la familia”, reconoce Garcés Eder.


En la década de los 30 también llegaron otros productos al portafolio: Emulsión JGB, Elixir de Hierro y complejo B.



Jorge Garcés Borrero se convirtió en un importante empresario en el Valle del Cauca en la primera parte del siglo XX. Crédito imagen: JGB.
Una empresa familiar

La historia de JGB está ligada estrechamente al árbol genealógico de los Garcés. Durante dos décadas, la empresa siguió creciendo y una tercera generación, la de los hijos de Jorge Garcés Borrero, se vinculó en el negocio: Armando, Álvaro, Diego, Julia Emma y Jorge. En 1944 falleció Jorge Enrique Garcés Borrero y en 1945 Laboratorios JGB comenzó su expansión a otras ciudades del país, como Palmira, Bogotá, Pereira y Pasto.

Por esos años fue que nació Carlos Jorge Garcés Eder, el bisnieto del médico Jorge Enrique Garcés Velasco y quien conversó con CAMBIO a propósito de los 150 años de la compañía.

Aunque nació en 1941 en Panamá, buena parte de su infancia la pasó en Cali. “Vagamente me acuerdo de recorrer los laboratorios cuando mi padre Armando me llevaba, pero yo no le ponía mucha atención. Debo ser franco: yo nunca tomé la famosa Kola Granulada”, reconoce.

Garcés Eder creció en Estados Unidos. Estudió en Massachusetts, se licenció en la universidad Tulane, de Nueva Orleans, en 1967 y durante buena parte de su vida se dedicó a varios negocios. A la par, se vinculó a la junta directiva de JGB.

“Yo nunca asumí las riendas, pero fui miembro de la junta por muchos años. Mi padre y mis tíos nos vincularon cuando sus hijos regresamos al país todos graduados. Comenzamos a formar parte de la junta directiva de JGB y he estado en ella desde 1968, al igual que mi hermano, que duró muchos años, lo mismo que también mis primos”, cuenta.

A mediados del siglo XX, la familia Garcés ya era una de las más prominentes del Valle del Cauca. En 1953 donó 7.500 libros con los que se creó la Biblioteca departamental Jorge Garcés Borrero; un año después cedió una clínica de su propiedad, la Clínica Garcés, al instituto de religiosas San José de Gerona, la cual hoy sigue funcionando como la Clínica de los Remedios. Y en los años 60 y 70 donó terrenos que sirvieron para construir el barrio de los empleados de JGB y la ciudad universitaria de la Universidad del Valle.



La industria de JGB creció durante el siglo XX. Crédito imagen: JGB.

Pero el corazón de su negocio seguía siendo los Laboratorios JGB. Productos como el algodón, el alcohol de la marca, el agua oxigenada, los cepillos de dientes, el Tarrito Rojo y el jarabe Bronquisol se volvieron indispensables en los hogares colombianos y así, en 1990, la empresa lanzó su línea de cuidado oral: Fluocardent.

“La crema dental fue un producto que compramos, en un negocio que a mí me tocó compartir. Era un producto que existía en el mercado que se cadquirió por 70 millones de pesos en los años 90, y hoy es una crema muy exitosa”, relata Garcés Eder.

La empresa supo navegar una temporada en la que la economía colombiana estuvo marcada por la apertura económica y en la que llegaron marcas internacionales al país. Aunque la competencia fue fuerte, la compañía siguió buscando alternativas para crecer entre la creación de productos propios y la compra de otras marcas que estaban en el mercado para incorporarlas al portafolio de JGB.

Un ejemplo de eso es Límpido, un producto que hizo parte del portafolio de la empresa por años, hasta que fue vendido a The Clorox Company a finales de los 90. “Esa era otra marca muy icónica. Ese producto lo compró mi tío por 5.000 pesos de la época, según cuentan en la familia”, dice Garcés Eder.Bivien, la empresa detrás de Arrurrú y Menticol que busca hacerse nombre luego de tres décadas.

En 2005, JGB lanzó una línea de aseo del hogar bajo la marca YES, con blanqueadores y desmanchadores, y en 2016 comenzó a exportar a otros países de la región.

Lograr que una empresa familiar perdure en el tiempo no es una tarea sencilla. Las nuevas generaciones también están participando. De los cinco hijos de Garcés Eder, cuatro de ellos son accionistas del laboratorio y varios miembros de la cuarta generación están en la junta directiva.

“Mi hijo, que tiene 47 años, está en la junta. Está también la hija de una prima hermana y hace unos cuantos años comenzamos a pensar también en vincular personas ajenas a la familia para que formaran parte y nos ayudaran en el desarrollo de la compañía. Hoy en día el 50 por ciento de la junta la conforman personas que no son de nuestra familia”, señala.
El futuro de JGB

Según Garcés Eder, la clave para que JGB se haya mantenido ya por cuatro generaciones, y en los planes de la familia por más generaciones hacia adelante, está en algo muy sencillo: el respeto.

“La clave de un buen liderazgo es ser un buen ejemplo. Todos hemos sido dedicados al trabajo con mucho respeto entre los miembros de la familia, tratando siempre de no imponer presiones. Eso es lo que ha hecho que estemos todos todavía unidos”, dice.

Carlos Jorge Garcés Eder lleva consigo parte de la tradición de su familia. Los valores, las historias de la empresa y el nombre que ha pasado de generación en generación. Y en su mente, lo que sigue para la empresa es seguir aportándole al país.

En sus 150 años de historia, JGB ha visto llegar la electricidad, el ferrocarril y el telégrafo a Colombia, ha visto pasar guerras y ha visto nacer dos constituciones. Y en la historia más reciente, ha salido bien librada de la apertura económica que experimentó Colombia en los años 90, de un par de crisis financieras, e incluso de una pandemia.

La compañía no ha sido ajena a los vaivenes políticos y de seguridad del país, en una región que en las últimas décadas también ha estado inmersa en un contexto particular de violencia.

“Hay que seguir adelante, no tenemos alternativa —concluye Garcés Eder—. Así hayamos tenido años difíciles en los que hemos visto problemas en el país por temas de seguridad, siempre ha habido un arraigo de la familia por el país. Creemos que Colombia puede salir adelante”.

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