Nos hacemos eco del debate abierto por Javier Pérez de Leza. El experto en retail se pregunta en LinkedIn si el delivery es una huida hacía delante, una tendencia en la que nadie acaba de ganar dinero y puede terminar pinchando.
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Buceando en LinkedIn nos encontramos con una interesante reflexión de Javier Pérez de Leza, experto en retail muy activo en esta red profesional, que define sin tapujos el delivery como "una bomba de relojería".
"Hace 10 años, la idea de llevar una hamburguesa hasta tu puerta, se habría visto como un acto de decadencia, ahora con unos clicks y 30 minutos, tenemos casi todos los restaurantes y supers a nuestra disposición", expone Pérez de Leza, que recuerda que las apps de delivery están consiguiendo un alto nivel de satisfacción del cliente a costa de generar perdidas continuas para las empresas y perjudicando a los que tienen menos poder: los restaurantes y los riders.
El experto expone de este modo la "manzana envenenada" en la que se han convertido las grandes compañías de delivery: players gigantes en el mercado que son hasta el momento deficitarios y que, además, aprovechan su poder para cobrar sustanciosas comisiones a los restaurantes que no se ven ni mucho menos reflejadas en el salario de sus riders, (alrededor de 8 €/h, con semanas de mas de 50 horas, en un polémico modelo laboral que está siendo objeto de debate legislativo en España).
EMPRESAS DEFICITARIAS Y RESTAURANTES ENFADADOS: ¿DÓNDE ESTÁ EL TRUCO DEL DELIVERY?
Está claro que el delivery es una tendencia en auge. Bien sea por el simple driver comodidad del consumidor, bien por una pandemia que nos ha obligado a quedarnos en casa y que ha obligado a bares y restaurantes a acelerar en reparto a domicilio para poder sobrevivir.
Pero la cosa cambia cuando hablamos de las grandes empresas del sector (Just Eat Takeaway, Glovo, Delivero, Uber Eats, Stuart...). Los restaurantes que trabajan con ellas siguen dando salida a sus productos, sí, pero aseguran que pagan comisiones de entorno al 35% (al cliente también le cobran), por lo que el beneficio es casi inexistente. Las apps de delivery, por su parte, continúan sin ganar dinero a pesar del acelerón en cuanto a volumen de repartos logrado en este último año.
"Ganar dinero para estas compañías es un objetivo anticuado", señala Pérez de Leza, que recuerda que "el alto trafico de la pandemia no ha conseguido rentabilizar ninguna de ellas, aunque les ha dado muchos nuevos clientes". Y quizá ahí esté la clave: nuevos clientes equivale a datos y conocimiento del consumidor en la era de las cookies. Y esos datos valen oro. Además de las comisiones, por cierto, los restaurantes ceden el control de su base de clientes, tal y como recuerda el experto en retail.
Lo cierto es que los inversores se interesan por estas apps. El otro día os contábamos que Glovo había conseguido 'levantar' (terminología que se emplea para la financiación de las startups) 450 millones de euros en su última ronda de financiación. Casi al mismo tiempo, sin embargo, Deliveroo daba un disgusto a los inversores con una salida a Bolsa en caída libre que a día de hoy no ha conseguido revalorizar ni un penique (recordemos que cotiza en el parqué del Reino Unido) el costo inicial de las acciones.
Si nadie gana dinero, ¿hacia dónde nos conduce esta situación? ¿Estamos ante una huida hacia adelante del sector?
Volviendo al post de Javier Pérez de Leza, recuperamos sus dudas en torno a este nuevo modelo. El Tribunal Supremo ha fallado que los riders son falsos autónomos y las apps se verán obligadas a contratarlos, con lo que el cambio de modelo impactará en su cuenta de resultados.
Además, recuerda el experto, la aparición de las 'dark kitchens' competencia de los restaurantes complica aun mas la ecuación. Por eso se pregunta: ¿Quién gana en todo esto? ¿Dónde va a terminar la película?
El debate está abierto: Si no es sostenible ni desde el punto de vista económico ni medioambiental, ¿hacia dónde nos conduce esta situación? ¿Estamos ante una huida hacia adelante del sector? La experiencia nos dice que las soluciones a corto plazo no suelen ser las más satisfactorias. Quizá estemos a tiempo de sentarnos y elaborar un modelo que sea beneficioso para todas las partes. Recordemos la obsesión por la inmediatez que está llegando también al mundo de los supermercados. ¿Se terminarán convirtiendo las cadenas de delivery en competidores de sus actuales socios?