Simón Borrero viste jeans y una chaqueta fluorescente. Habla rápido, suelta cifras, datos, sonríe... Tiene 32 años y quiere cambiar el mundo. “En Silicon Valley la costumbre es: si tenés una idea, la tenés que comenzar a contar desde el día uno, porque el feedback que vas a recibir la va transformando. Hay que perder ese miedo y confiar en tu capacidad de ejecución”. Se emociona contando su historia. Y bien merecido lo tiene. Él, junto con un grupo de tres amigos, está detrás de un negocio que va revolucionando la forma de comprar todo lo que se le ocurra desde su teléfono móvil. Simón es caleño y junto con Felipe Villamarín, Sebastián Mejía y Guillermo Plaza crearon Rappi, la única compañía colombiana que ha logrado llegar a la cumbre de los emprendedores en tecnología, donde los observaron los fondos de inversión más poderosos de Estados Unidos y hoy se dan el lujo de presentarse como la primera empresa latinoamericana en despertar el interés de Andreessen Horowitz, precisamente ese mismo fondo de inversionistas que ha puesto recursos en Facebook y Airb&b. Están en las grandes ligas.
Pero, ¿qué es lo que hacen? Imagine que está en su casa, preparando la cena, y olvidó el queso parmesano. Toma su teléfono, abre la aplicación Rappi, lo pide y en 15 minutos se lo llevan a su casa. O, por ejemplo, quiere comprar un helado, el mercado de toda la semana, las carnes y mariscos o, incluso, el mejor plato de uno de los restaurantes exclusivos de la ciudad. Pues antes de media hora, si lo solicita por Rappi, lo tendrá en su casa. Si su necesidad es de ropa, también se la compran y se la llevan. Y para romper con el tradicional esquema, si lo que requiere es dinero en efectivo, pues lo tendrá más rápido en la puerta de su apartamento que si saliera a buscar un cajero electrónico. Ah, también le sacan el perro.
La interfaz, que es como se ven los productos y oferta de servicios en la aplicación, es atractiva y amigable. Todo el desarrollo tecnológico se hizo en Colombia. Comenzaron los cuatro fundadores y ya son 310 personas en Colombia y más de 100 en México, el primer país al que se expandieron, porque ahora van por Brasil. El negocio lo soportan 2.000 rapitenderos, como les llaman a los domiciliarios, que son quienes le llevan los productos a su casa, muchos de ellos estudiantes que en sus ratos libres se están ganando unos pesos. O también hay mensajeros de profesión, que se conectan a la aplicación una vez terminan su jornada laboral para obtener dinero extra.
La historia
Simón es administrador de los Andes, pero cuando estaba estudiando, con 700.000 pesos que tenía en el bolsillo, creó Imaginamos, un estudio de software que comenzó a crecer orgánicamente sin ningún otro recurso. “Lo que hacíamos eran páginas web y aplicaciones para todo el mundo”. Desde su primer trabajo a hoy, cuentan 3.600 aplicaciones despachadas. “De Imaginamos comenzaron a surgir otras empresas como Grability, la compañía con la que creamos un software que cambió la forma de mercar en muchos países”, apunta.
Adriana Suárez, directora ejecutiva de Endeavor Colombia, la organización que se encarga de descubrir emprendedores, capacitarlos y conectarlos con inversionistas, conoce su caso de cerca. Recuerda que ese software les permitió a distintos retailers del mundo “brindar a sus consumidores offline la misma experiencia de compra que ofrece el online. Tienen clientes muy importantes, como el Corte Inglés, en España, o Wallmart, en México. Con base en esta experiencia, muy exitosa, decidieron hacer una startup que llamaron Rappi, que fuera más B2C (business to consumer), es decir, que pudiera llevar su software para que el usuario final hiciera compras de cualquier tipo sin moverse de su lugar”.
Entonces la línea del tiempo fue así: “Con Imaginamos aprendimos de software, llegó Grability, que los catapultó. ¿Por qué? Fuimos elegidos en Las Vegas, en el Consumer Electronics Show, CES, como una de las veinte aplicaciones más innovadoras del mundo y ahí comenzamos a tener visibilidad. Comenzaron a llamarnos de todo el mundo, tanto que hace unos días estuvimos reunidos en Seattle, Estados Unidos, con la gente de Jeff Bezos (creador de Amazon), porque él conoció a uno de nuestros inversionistas y él mismo nos dio la cita”. De Grability, como detalla Adriana, salió Rappi. ¿Pero qué fue lo que los hizo distintos a todas las demás aplicaciones parecidas en su estilo? “Dijimos: hagamos todo el proceso nosotros, desde el software de compra hasta la entrega final del producto o servicio y todo en menos de 30 minutos”.
Los cuatro emprendedores tomaron la decisión de mapear en un radio de cinco cuadras, al norte de Bogotá, todo lo que encontraron. Los supermercados, las tiendas, las heladerías, los restaurantes, las tiendas de mascotas. Era agosto del 2015 y el lanzamiento de Rappi fue más o menos así: “Éramos cuatro personas que ofrecíamos donas gratis si bajabas la aplicación. Lo hicimos en el Chicó, por la 90. Regalamos miles de donas y así comenzamos”. Comenzaron a ver los frutos. “La gente estaba cocinando y se le olvidaba un ingrediente, entonces le llegaba muy rápido porque salía de una tienda de su misma zona. Luego empezaron a pedir mercado. Nos comenzaron a buscar e hicimos alianzas. Ya tenemos 800 aliados formales en la aplicación”.
La bola de nieve ya no tenía freno. “Abrimos más microzonas y nos volvimos la primera empresa en el mundo que más rápido llegó a los 200.000 pedidos. Más rápido que los ingleses. Eso nos dio la entrada en enero a YCombinator, que es la aceleradora de compañías de tecnología más importante del mundo. De allí han salido Airb&b, Instacart, Dropbox. Nos eligen, entramos y es un proceso donde nos ponen metas quincenales de crecimiento, las batimos todas y termina el proceso en un evento muy famoso en Silicon Valley que se llama el DemoDay, a donde llegan los 500 fondos de inversión más importantes del mundo a ver qué hay”.
Rappi ya está en Bogotá, Chía, Barranquilla, Medellín, Cali y Pereira. Pronto van a Bucaramanga y Cúcuta. En México están en el Distrito Federal y van para Monterrey y Guadalajara. Viene Sâo Paulo, en Brasil. “Tenemos más de 40.000 productos que la gente puede escoger y 400.000 usuarios. Estamos vendiendo 2,7 millones de dólares al mes y crecemos a una tasa del 48 % mensual. Esperamos terminar este año vendiendo 10 millones de dólares también al mes, porque nuestro objetivo es tener un rappitendero en cada esquina de cada ciudad de Latinoamérica”.
Industria en crecimiento
Elkin Echeverry, director de planeación y prospectividad de Ruta N, en Medellín, cuenta que el ecosistema emprendedor del país va bien, pero el de la capital antioqueña va rompiendo récord. “La mayoría de indicadores son positivos, lo proyectamos como ecosistema a 2021 y le puedo decir que el capital de riesgo per cápita muestra que Medellín es la ciudad de Latinoamérica que más tiene por persona. La meta es Israel y nos comparamos con ellos porque tienen las mejores prácticas”.
Cuenta que el capital va aumentando, porque cada vez vienen más fondos a invertir en el país, especialmente en Medellín. Tanto que, por ejemplo, el programa de Landing de empresas, que se creó para acercar a las compañías a Medellín y que quieran innovar en la ciudad, pasó de 0 a 141 empresas de 22 países que están generando 2.000 empleos. Y hay fila de 70 empresas queriendo entrar.
La cosa va bien, porque no solo se emprende en tecnología, también pasa en ciencias de la vida, energía renovable y electrónica. Y “tenemos medio billón de pesos en fondos de capital de riesgo, la mayoría privados. Recursos que ya están invertidos en, incluso, compañías que han sido compradas por empresas de afuera”, cuenta Elkin Echeverry, de Ruta N.
En el caso de Bogotá, María Isabel Agudelo, vicepresidenta de fortalecimiento empresarial de la Cámara de Comercio de Bogotá, explica que desde el 2013 “cambiamos la forma como atendemos a los emprendedores. Les ponemos consultores empresariales que se convierten en padrinos o mentores tipo coach. Son muy importantes porque los emprendedores saben qué hacer, su producto o servicio, pero la parte empresarial lo dejan de lado. El ‘a quién le vendo’, por ejemplo”.
Partiendo de esa premisa, ¿qué tanto de ese emprendimiento es de alto potencial y qué tanto de autosostenimiento? Un 40 % - 60 %. “Los que se llaman novedosos son muy pocos, pasa en Bogotá y en las demás ciudades. Surge uno al año. Bogotá es la ciudad que más emprendimiento tiene al año, su tasa de sostenibilidad a los tres años es el 50 %, cuando a nivel mundial es el 20 %, por eso vale la pena hacer el esfuerzo.
Y en cuanto a los recursos, advierte que sí hay, incluso de entidades multilaterales. Pero sigue siendo un problema porque el sistema financiero todavía le cuesta atender a los emprendedores porque es prestar sobre ideas. Simón, por su parte, sigue soltando esas diferencias que los tienen en la cima. “Tenemos más de 400.000 usuarios y los tenemos porque aquí se puede pagar en efectivo. En América Latina el e-comercio electrónico era muy pequeño porque estaba restringido, hoy hay gente que se saltó ese proceso de compra desde el computador y ya lo hace desde su celular, esos son usuarios de Rappi que pueden pedir cualquier cosa y lo pagan contra entrega, lo pagan en efectivo. Eso abre las puertas a todo el mundo, a todo tipo de consumidor”.
Asegura que ya están cambiar el mundo por donde se le mire. Por ejemplo, en la generación de empleo: por cada quince usuarios activos, se genera un rappitendero, un trabajo. “Es como si con catorce amigos pagaras una persona que te lleve el mercado, lo de la droguería, el almuerzo, las llaves, te pasee el perro, somos unos toderos. O nos pasó que tres jóvenes necesitaban a otra persona para jugar play station, y llamaron a un rapitendero para completar. Jugó una hora con ellos y por ese servicio pagaron. Conectamos personas con necesidades, a la gente que necesita algo con el que se lo puede dar. Estamos volviendo la economía más productiva”.
Prestan un servicio 24 horas y como también pagan facturas, les ha pasado que muchos de sus clientes, cuando los representantes de las empresas de servicios públicos llegan a cortarlos, pues la gente manda a un rappitendero para que pague “y no le corten el gas”. No parece, pero Simón y sus amigos realmente están cambiando la forma tradicional de consumir. Y lo lograron desde un celular.