Pollos fritos Frisby: Ante la posibilidad de fracasar, ¡innova!
Frisby: Ante la posibilidad de fracasar, ¡innova!
Frisby: Ante la posibilidad de fracasar, ¡innova!
Antes del pollo frito en Frisby vendían pizza. Foto: Cortesía.
¿Sabías que Frisby, antes de ser una exitosa cadena de restaurantes de pollo, fue una pizzería? En esta historia no hay temor a las equivocaciones y sí mucho amor.
“Cuando la única herramienta que se posee es un martillo, cada problema empieza a parecerse a un clavo”, eso decía el sicólogo humanista Abraham Maslow. En el caso de Liliana Restrepo Arenas y Alfredo Hoyos Mazuera, los fundadores de Frisby, el amor por lo que hacen y la capacidad de innovar, en medio de situaciones complejas, son esa herramienta.
Corría 1977 cuando en el Lago Uribe Uribe de Pereira ambos abrieron una pizzería llamada Frisby. ¿La novedad? Era la primera en la ciudad. No lo sabían, pero en ese mismo momento también empezaba la historia del Pollo frito Frisby.
Simultáneamente con la pizzería, experimentaban con recetas para vender pollo frito, un producto que Alfredo había conocido tras vivir una temporada en Estados Unidos. Fue una época de ensayo y error y mientras trataban de encontrar el sabor correcto para el pollo, llegó a Pereira otra pizzería, más grande que la de ellos, con sede central en Bogotá y mucha experiencia a cuestas. ¡Había competencia!
Según el sicólogo terapéutico Esteban Mejía Pinto, de la Asociación de Pedagogos Reeducadores de la Universidad Luis Amigó (Asperla), todos los seres humanos —ya sea por naturaleza, por la sociedad en la que viven o por la forma como fueron criados— le temen al fracaso y al cambio porque los obligan a modificar su estrategia y a salir de su zona de confort.
(Lee también: 4 claves para emprender, según Gonzalo Restrepo).
Liliana y Alfredo no fueron ajenos a ese sentimiento, pero cuando se presentó la situación lo asimilaron de forma distinta: en vez de paralizarse, decidieron innovar, incluir y potenciar la venta de pollo frito en sus locales. Corrieron un riesgo. En su caso les salió muy bien.
La solución innovadora y pionera de esta pareja hizo que en un año lograran la apertura de nuevos puntos de venta en el Eje Cafetero, nueve años más tarde en Bogotá para tener en la actualidad más de 242 restaurantes en todo el país.
Cuando a ellos se les pregunta de dónde viene ese instinto innovador, Alfredo dice que es herencia de su padre, quien fue un emprendedor muy exitoso, mientras Liliana afirma que surge de su propósito de hacer todo con amor, para el caso de su empresa: alimentar con amor.
Por eso es que en Frisby innovan en todo lo que pueden. Por ejemplo, hace más de 30 años fundaron un colegio en el municipio de Dosquebradas, en el cual educan a niños y jóvenes con un modelo educativo biocéntrico, basado en el sistema de la biodanza*.
Asimismo, en 1999 implementaron una campaña de ahorro colectivo con la participación de sus empleados. De esa forma, superaron una crisis económica sin realizar despidos. Y además, desde hace más de 37 años practican con sus colaboradores Mindfulness, biodanza y coaching, como parte de su desarrollo humano.
Cuarenta años de trabajo, innovación y pasión llevan Liliana y Alfredo. Según ellos, los han disfrutado y se han pasado “volando”. Seguro por eso es que Confucio decía: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.
Etiquetas del contenidoAprender a perder - Aprender a ganar, De dónde es Frisby, Emprendimiento, Frisby, Origen de Frisby, Pollos fritos Frisby
¿Sabías que Frisby, antes de ser una exitosa cadena de restaurantes de pollo, fue una pizzería? En esta historia no hay temor a las equivocaciones y sí mucho amor.
“Cuando la única herramienta que se posee es un martillo, cada problema empieza a parecerse a un clavo”, eso decía el sicólogo humanista Abraham Maslow. En el caso de Liliana Restrepo Arenas y Alfredo Hoyos Mazuera, los fundadores de Frisby, el amor por lo que hacen y la capacidad de innovar, en medio de situaciones complejas, son esa herramienta.
Corría 1977 cuando en el Lago Uribe Uribe de Pereira ambos abrieron una pizzería llamada Frisby. ¿La novedad? Era la primera en la ciudad. No lo sabían, pero en ese mismo momento también empezaba la historia del Pollo frito Frisby.
Simultáneamente con la pizzería, experimentaban con recetas para vender pollo frito, un producto que Alfredo había conocido tras vivir una temporada en Estados Unidos. Fue una época de ensayo y error y mientras trataban de encontrar el sabor correcto para el pollo, llegó a Pereira otra pizzería, más grande que la de ellos, con sede central en Bogotá y mucha experiencia a cuestas. ¡Había competencia!
Según el sicólogo terapéutico Esteban Mejía Pinto, de la Asociación de Pedagogos Reeducadores de la Universidad Luis Amigó (Asperla), todos los seres humanos —ya sea por naturaleza, por la sociedad en la que viven o por la forma como fueron criados— le temen al fracaso y al cambio porque los obligan a modificar su estrategia y a salir de su zona de confort.
(Lee también: 4 claves para emprender, según Gonzalo Restrepo).
Liliana y Alfredo no fueron ajenos a ese sentimiento, pero cuando se presentó la situación lo asimilaron de forma distinta: en vez de paralizarse, decidieron innovar, incluir y potenciar la venta de pollo frito en sus locales. Corrieron un riesgo. En su caso les salió muy bien.
La solución innovadora y pionera de esta pareja hizo que en un año lograran la apertura de nuevos puntos de venta en el Eje Cafetero, nueve años más tarde en Bogotá para tener en la actualidad más de 242 restaurantes en todo el país.
Cuando a ellos se les pregunta de dónde viene ese instinto innovador, Alfredo dice que es herencia de su padre, quien fue un emprendedor muy exitoso, mientras Liliana afirma que surge de su propósito de hacer todo con amor, para el caso de su empresa: alimentar con amor.
Por eso es que en Frisby innovan en todo lo que pueden. Por ejemplo, hace más de 30 años fundaron un colegio en el municipio de Dosquebradas, en el cual educan a niños y jóvenes con un modelo educativo biocéntrico, basado en el sistema de la biodanza*.
Asimismo, en 1999 implementaron una campaña de ahorro colectivo con la participación de sus empleados. De esa forma, superaron una crisis económica sin realizar despidos. Y además, desde hace más de 37 años practican con sus colaboradores Mindfulness, biodanza y coaching, como parte de su desarrollo humano.
Cuarenta años de trabajo, innovación y pasión llevan Liliana y Alfredo. Según ellos, los han disfrutado y se han pasado “volando”. Seguro por eso es que Confucio decía: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.
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