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viernes, octubre 09, 2015

América Retail – “La oferta de alimentos en el país deberá suplirse con oferta local, en la medida que la devaluación siga incrementándose”

América Retail – “La oferta de alimentos en el país deberá suplirse con oferta local, en la medida que la devaluación siga incrementándose”



América Retail


“La oferta de alimentos en el país deberá suplirse con oferta local, en la medida que la devaluación siga incrementándose”
COLOMBIA8 OCTUBRE, 2015 0





Mientras el Ministro de Agricultura anunció esta semana que se autorizarían importaciones de maíz y arroz, con una baja a cero de los aranceles, las condiciones no están dadas para que esto pueda ser realidad.

¿La razón? La devaluación del peso frente al dólar encarece las importaciones y eleva los precios finales al consumidor.

Por lo anterior, seguirá siendo caro importar, sin aranceles.

Vale la pena señalar que Colombia importa, para la agroindustria, maíz amarillo, cebada, sorgo, soya, torta de soya, trigo, avena y maíz blanco (para las arepas) y alimentos de consumo directo como frijol, lenteja, arveja y garbanzo, carne, pescados, leche, lácteos, legumbres, hortalizas y tubérculos, cereales, jugos, frutas y todos los de la agroindustria, como los enlatados.

Para el Dane, solo el grupo de los alimentos y bebidas importadas sumaron 4.000 millones de dólares en el 2014, un 5 por ciento más que las compras del 2013.

En lo corrido del 2015, se ha notado un incremento del 9,2 por ciento, en toneladas, al pasar de 6,28 a 6,86 millones.

Para Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), el 28 por ciento de la comida que consumen los colombianos es importada.

“Para el caso del arroz, este es delicado, pues no se ha consultado con el gremio ni el órgano consultivo. Debe saberse primero cuáles son los inventarios para así determinar si es prudente importar o no”.

Ahora, la devaluación del peso colombiano frente al dólar ha tenido su incidencia directa en las importaciones de alimentos.

Al corte de julio, según reporte del Dane, las compras de productos agropecuarios, alimentos y bebidas presentaron una disminución de 9 por ciento, al pasar de 553 millones de dólares en julio de 2014 a 503,2 millones en el mismo mes de 2015.

Las principales caídas se dieron en las compras de pescado, crustáceos, moluscos e invertebrados acuáticos y sus preparados (–23,4 %) y solo subieron las de bebidas.

La entidad de estadística indicó que durante los primeros siete meses de este año han caído 5,4 por ciento.

Para el 2014, solo las importaciones de maíces blanco y amarillo totalizaron 4,1 millones de toneladas; en total, las de cereales sumaron 6,1 millones de toneladas.

Según las estadísticas de Fenalce, el gremio de los cerealeros, se evidencian mermas importantes en las compras externas, debido, como se anotó, al precio del dólar, pese a que muchas de estas han bajado de precio.

Fuente: Portafolio

jueves, septiembre 10, 2015

Precios de los alimentos en Colombia, en contravía al mundo | Portafolio.co

Precios de los alimentos en Colombia, en contravía al mundo | Portafolio.co


Portafolio.co: Portal de Economía y Negocios

Precios de los alimentos en Colombia, en contravía al mundo

Es un mal indicio que las variaciones de los precios de los alimentos que consumimos estén tan desalineadas con la evolución de los referentes en el planeta. Quizás esta sea una clara señal de que nos debemos esmerar mucho más, y a marcha forzada, por desarrollar la rezagada infraestructura que exige un decoroso nivel de competitividad internacional.

    

Se evidencia una notable tendencia creciente de los precios de los alimentos en Colombia, presionada por diversos factores.
Foto: Archivo Portafolio

Recientemente, el Dane reveló una inflación de alimentos del 6,11 por ciento, registrada entre agosto del 2014 y el mismo mes del 2015. Ese mismo indicador, el año pasado fue del 3,47 por ciento y en el 2013 estuvo en 1,76 por ciento.

Se evidencia una notable tendencia creciente de los precios de los alimentos en Colombia, presionada por diversos factores relacionados con los costos de producción, comercialización e importación, así como con las estructuras de los mercados en los que se comercializa la comida.
Paradójicamente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en su más reciente publicación del índice de precios, mostró que ese indicador ronda en su punto más bajo de los últimos seis años.

Durante este periodo, se ha mantenido la tendencia bajista en ese estadístico global. El índice de precios de los alimentos de la FAO es una medida de la variación mensual de los precios internacionales de una canasta de productos alimenticios. Consiste en el promedio de los índices de precios de cinco grupos de productos básicos: cereales, aceites vegetales, productos lácteos, carne y azúcar.

Hay varias explicaciones para este fenómeno, en el que los precios de los alimentos de Colombia van en contravía de los índices que resumen la dinámica de los precios del mundo.

En primera instancia, se registra una coincidencia coyuntural perfecta entre el aumento progresivo de los precios en el país y el inicio de la actual devaluación en agosto del 2013, cuando la tasa de cambio promedio de ese mes fue de 1.902,82 pesos, y a partir de ese momento empezó a incrementarse, de tal forma que en agosto de este año presentó una tasa promedio de 3.021,68 pesos.

La devaluación suele encarecer el precio los productos y materias primas importadas, planteando la gran posibilidad de que dicho incremento le sea transferido, en una amplia proporción, al consumidor final. Ello sucede en la medida en que la estructura de mercado lo facilite. Un sustancial traslado de los incrementos de costos a los precios de venta tiene fácil tránsito en esquemas de mercado poco competitivos, los cuales se originan fundamentalmente en dos tipos de situaciones.

De un lado, se pueden generar por exceso de informalidad que favorece el acceso desigual a la información, heterogeneidad de los productos y gran dispersión de la oferta y la demanda, lo que restringe la formación de precios competitivos. Este suele ser el caso de la comercialización de una gran variedad de productos perecederos en el país.

De otro, el déficit de competitividad en los mercados de alimentos se puede encontrar en estructuras dominadas por unos pocos, a veces con el respaldo de la política comercial del Gobierno a través de instrumentos de protección a la potencial competencia foránea. Es fácil identificar varios casos de este tipo en algunas cadenas productivas y comerciales de importantes alimentos, que componen la canasta básica de consumo de los colombianos.

En ese panorama, es de esperarse una gran hipersensibilidad de los precios de los alimentos que se consumen en el país a la dinámica de los costos, los cuales no solo subyacen en la devaluación, pues gran parte de estos se asocian a la logística de comercialización, especialmente a la de transporte.
En distintos estudios académicos, los elevados costos del transporte, relacionados con alimentos en el país, son considerados como un caso extremo en la región, indicándose que, por motivos de deficiencias en las carreteras colombianas, el costo de transportar mercancía entre los puertos del Caribe colombiano y Bogotá es más alto que lo cuesta llevar esa misma mercancía de muchos puertos extranjeros a uno colombiano.

Es un mal indicio que las variaciones de los precios de los alimentos que consumimos estén tan desalineadas con la evolución de los referentes en el mundo. Quizás esta sea una clara señal de que nos debemos esmerar mucho más, y a marcha forzada, por desarrollar la rezagada infraestructura que exige un decoroso nivel de competitividad internacional.

En ese mismo sentido, se deben incrementar los esfuerzos para generar políticas ambiciosas que permitan superar los elevados niveles de informalidad en la comercialización de múltiples productos agropecuarios.

Igualmente, se hace necesario que el Gobierno evalúe consecuentemente y de manera integral las políticas comerciales internacionales que asume, ponderando sus efectos sociales y los objetivos de inserción del país en los mercados del exterior, así como sus distintos requerimientos e implicaciones económicas para lograr estos ineludibles propósitos de competitividad en el ámbito global.

Iván Darío Arroyave A.
Expresidente de la BMC