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lunes, abril 08, 2019

COLOMBIA - Retail, plaza, tienda o aplicación, ¿dónde es más barato hacer mercado?



LR compró una lista de 20 productos en una plaza de mercado, en una tienda de barrio, en un supermercado y, además, utilizó la aplicación Merqueo

Johan Chiquiza Nonsoque - jchiquiza@larepublica.com.co

Una de las preguntas que se hacen frecuentemente en los hogares, con el fin de disminuir sus gastos mensuales, es dónde resulta más barato ir a mercar. En la mayoría de los casos, la respuesta es que hay que ir a diferentes lugares para obtener el total de productos que se requieren a precios más bajos.



JUAN ERNESTO PARRADIRECTOR DE FENALTIENDAS

“Recomendamos a los tenderos revisar cuáles son los productos que más consumen en la tienda para poder ofrecer un valor competitivo al consumidor”.



MIGUEL MCCALLISTERCEO DE MERQUEO

“Tenemos las marcas más vendidas a buen precio y además aquellas que se buscan en un discounter al mismo precio. Aconsejamos la entrega entre las 5:00 a.m. y las 7:00 a.m.”.

Como en estos tiempos la forma más común para hacer mercado es el celular, empecé por hacer mercado en Merqueo. Uno de los puntos a favor de esta plataforma es que la experiencia de uso fue bastante intuitiva, además de su valor diferencial per se, no fue necesario desplazarme para obtener el pedido.

De la lista de 20 productos elaborada, en la plataforma encontré 16, haciendo la salvedad de que cuatro de ellos solo podían solicitarse en porciones de 600 gramos y el ejercicio inicialmente estaba presupuestado con ítems de 500 gramos para dichos casos. En total, el costo de estos productos fue de cerca de $110.000.

Luego me dirigí al sector de Fontibón para buscar una tienda de barrio promedio, donde pudiese comprar la mayoría de los productos. Después de caminar durante tres minutos por la zona, encontré el lugar indicado, con una fama o carnicería al lado, y donde una pareja de esposos me ayudó a completar mi pedido. En ese lugar también conseguí 16 de los 20 productos de la canasta seleccionados y el monto fue menor a $90.000.



Entre las ventajas de comprar en estos establecimientos se encuentra la cercanía a la casa, la empatía con los vendedores y, por supuesto, algunos precios más bajos. “También hay un gusto adquirido de ir a la tienda y socializar con el tendero”, destacó el director de Fenaltiendas, Juan Ernesto Parra, sobre los beneficios de mercar en este tipo de establecimientos.

Finalizada la compra allá, tomé un taxi hasta la plaza de mercado de la localidad, la cual hace parte de las plazas acogidas por el Ipes. En este espacio, aún con varios locales por llenar, se vio una oferta bastante amplia en productos como hortalizas, frutas y verduras, los cuales destacaban por su frescura.

Tras concluir el recorrido por toda la plaza, solo había un sitio para comprar otro tipo de productos, como leche, aceite o café. Con esto, se completó la compra de 13 de los 20 productos, a falta de varios de los que tienen procesos más industriales como la leche en bolsa. El costo total de este mercado fue de cerca de $46.000. Aunque la falta de variedad puede verse como una debilidad, las plazas generalmente se encuentran rodeadas de pequeños locales que complementan la oferta comercial.

Finalmente, completé la experiencia de hacer mercado, pero esta vez en una cadena de retail, que también opera en la localidad. Acá, la ventaja fue la amplia variedad de productos, pues compré 19 de la lista de 20 productos. En el supermercado, el precio por dichos productos fue de aproximadamente $123.000.

La comparación entre las cuatro opciones
Solo nueve productos se encontraron en las cuatro alternativas. Entre ellas, la diferencia de precio de la lista reducida no fue alta. Haciendo la salvedad de que para algunos productos se utilizaron porciones de 600 gramos por la disponibilidad, Merqueo presentó un costo levemente superior con $41.000. El menor monto se presenció en supermercados ($36.189), mientras que en la tienda de barrio y en la plaza registraron totales de $38.350 y $37.800, respectivamente; en estas últimas, los vendedores aludieron alzas en los precios debido al paro y a Semana Santa.

sábado, octubre 19, 2013

Plaza de mercado, para mercar y regatear (Colombia)


ElColombiano.com

Plaza de mercado, para mercar y regatear
Uno de los atractivos de mercar en plaza es que el mismo cliente ayuda a despacharse. Escoge y empaca. FOTO RÓBINSON SÁENZ.
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Plaza de mercado, para mercar y regatear

Mercar en plaza da la sensación de estar cerca al campo. La gente halla variedad y puede regatear precios.
Por JOHN SALDARRIAGA | Publicado el 19 de octubre de 2013
Que el aguacate está a dos mil el kilo, dice el vendedor. Ah, pero no tengo sino mil ochocientos, repone la mujer. Aquel hace como que lo piensa y luego díce: Échelo.

El verbo que resume la actividad de las plazas de mercado es barequear. Se conjuga sin usarlo, porque no hay que pensar en él ni pronunciarlo para ponerlo en práctica.

Aristides Castaño, en la plaza de Campo Valdés, una plaza pequeña y con el sabor del barrio en el que está incrustada, metido en el olor a cilantro de su legumbrería, dice que hay clientes que saben negociar y que están enterados de los precios. Preguntan, por ejemplo, a cómo está la papa. A mil doscientos, le responden. No no me sirve. Me sirve a novecientos.

Y es una de las ventajas que encuentran quienes acuden allí a mercar y las que señalan los vendedores.

"Por eso viene la gente a la Plaza de Mercado; porque uno pide y ella ofrece", dice HugoCastaño, hermano de Aristides, también legumbrero desde hace más de 40 años y también metido entre el olor de la cebolla de rama, que organiza en manojos.

"Muy distinto a un supermercado, que uno debe atenerse a lo que dice el papelito", agrega Mario, el vendedor de hierbas medicinales de la misma plaza. Abre la puerta de su puesto, una puerta como de armario, y sale un vaho de aromas en el que el de la ruda pelea por la primacía con el de las bolitas de naftalina. Él aprovecha la quietud de las tardes para organizar el puesto y, de cuando en cuando, para caminar al cafetín a tomarse una cerveza.

Le sobra para el taxi
"Por eso vengo desde San Javier —indica Mercedes, una mujer dueña de la amabilidad y la locuacidad que dan a algunos los años, haciendo mercado en la Minorista. Un costal a medio llenar descansa sobre una butaca, por fuera del mostrador de una tienda de abarrotes. Ella respira el olor de los detergentes—. En la plaza todo es fresco, hay mejor precio. Si por la casa merco con cien mil, por aquí abajo, me la rebusco y merco con 70 mil, y eso es platica". 

Cuenta que le gusta llegar temprano, a las seis está bien, cuando la plaza está abarrotada de gente. Clientes escogiendo sus legumbres en bolsitas plásticas y poniéndolas en una canasta; otros deambulando por ahí, como sin rumbo, y otros más parados, como ajenos al agite, leyendo los precios en un tablero. Cargadores de racimos de plátanos por unos pasillos; otros, con un cerdo al hombro, "¡permiso, niña, que la mojo…"; carretilleros con sus cargas de flores... Compra el grano aquí, las arepas allí, la carne más alla... Y después le sobran muchachos que ofrecen sus hombros para cargarle el bulto del mercado hasta el taxi.

"Pero hoy me voy en bus. Este costal no se va a llenar porque no traje casi plata. Pero igual los muchachos me cargan la bolsa hasta la calle y yo les doy una bobadita".

Para qué madrugar, le pregunto, si la Minorista la cierran al caer la tarde y después del mediodía, cuando los vendedores están desatacados, pesando moras y metiéndolas en bolsitas de a kilo aquí, limpiando pescados allí, preparándolo todo para la madrugada de mañana, cuando los pasillos están libres, limpios ya... los precios no suben y más te oyen si quieres regatear. Pero no sabe qué decir. ¿Será la magia de la congestión? ¿La vitalidad del movimiento? ¿La seducción de los arrumes? ¿El olor de las frutas por la mañana o de las ramas de apio todavía mojadas?

Y allí, en la Minorista, hay restaurantes para todos los gustos... y bolsillos. Desde los sencillos, donde la comida es abundante y sazonada; hasta los elegantes, con mesas decoradas con flores y velas, donde cuentan que se amaña el Gobernador.

"Lo mejor de la las plazas es el precio". Dice Natalia Ospina. "No —la contradice su madre, Elvia—. A mí lo que más me gusta es que me preguntan: ‘Cómo le sirve el mango’. Y la dejan a una escoger y escoger a su antojo y si quiero me llevo lo mejor y les dejo lo otro ahí. Y que además al final siempre pido la encima y me la dan. Dos mangos, en la legumbrería; tres huesos en la carnicería; media librita de fríjol en el granero... Y eso va sumando". Elvia respira hondo el olor de las arepas de una tienda inmensa, cuyo letrero dice: «Arepas caceras, arepas blancas, arepas amarillas, arepas de mote, arepas de sancochado, arepas de queso, arepas de chócolo, arepas de soya, arepas de yuca, arepas de salvado, arepas cuadradas...»

Ella se antoja de flores
"Cuando era niño venía a mercar con mi mamá a la Plaza de La América —evoca un Javier sin apellido—. Para mí era una diversión. Yo podía antojarme de algo: una chocolatina, unos masmelos, una galleta negra. Mercábamos y después nos quedábamos a desayunar. Ahora salgo con mi hija, Laura, a mercar los sábados. Es la única de la casa que lo disfruta. Tiene once. Al menos mientras le guste salir conmigo, usted sabe. A veces vamos a la Mayorista, otras a la Minorista y también a esta que frecuentaba con mamá".

Cuando Javier quiere meterse a la cocina un domingo a preparar comida de mar, su especialidad —"¡qué tal unos mejillones… O no, mejor unas almejas o unas colitas de langosta", le dice su esposa—, prefiere mercar en la Mayorista. Allá hay tiendas tan especializadas que son buscadas por los chefs de los restaurantes más selectos —y costosos— de Medellín, porque lo tienen todo. Laura interviene para decir que su papá ya les preparó pulpo.

"Laura siempre se antoja de flores", revela él.

LA MICROHISTORIA

EL SECRETO ES DEJAR LA TIMIDEZ

Una mujer fuerte carga su bulto al hombro, buscando víveres por toda la Plaza Minorista. Mira, revisa las legumbres, camina otro poco, mira en otro puesto, compara mentalmente con lo que vio en el anterior, se devuelve... Es Consuelo. "Escriba así: Consuelo a secas".

"Yo llevo como treinta años viniendo a la Minorista. Me gusta mercar en plaza de mercado por la variedad. Madrugo y revuelo. Camino por todas partes. Ya muchos me conocen. Y me va muy bien.

El secreto de saber mercar en una plaza es madrugar, comparar precios y dejar la timidez a un lado para negociar. El negocio depende de la capacidad que usted tenga para regatear".

Mientras conversa, ella tiene que sentir ese fuerte olor a queso costeño que invade esta zona. Pero después de hablar, sigue de largo por las queserías sin mirar a un hombre que parte un cubo de queso con un cuchillo de 40 centímetros, para llegar, unos metros más allá, a los puestos de pescado.

viernes, mayo 17, 2013

Las plazas de mercado, ¿empiezan a ganar la batalla? (Colombia)



PUBLICADO: 2013-05-17T06:00:00

Las plazas de mercado, ¿empiezan a ganar la batalla?

Corabastos . En los últimos años, las plazas de mercado han sido administradas por entidades privadas alcanzando logros notables.
Foto: Archivo Semana
En los últimos años, las plazas de mercado han sido administradas por entidades privadas alcanzando logros notables.

Con la llegada de grandes supermercados y nuevos formatos de comercio, las plazas empezaron a ser desplazadas como centro de compra. Sin embargo, en los últimos años las conocidas ‘galerías’ están dando la pelea en la preferencia del cliente.





























Y es que la avalancha de grandes marcas extranjeras de retail y la multiplicación de los formatos exprés despertaron el impulso de renovación de las plazas de mercado, con la cual han logrado volcar la mirada de los consumidores de nuevo hacia ellas.

“No sólo 
el Gobierno, sino los mismos comerciantes han decidido trabajar por la recuperación de las plazas de mercado, no sólo por su valor histórico y comercial, sino por su activo turístico”, indicó Juan Ernesto Parra, Director de Fenaltiendas.

En los últimos años, las plazas de mercado han sido administradas por entidades privadas alcanzando logros notables y logrando crecer alrededor de 15% en ventas en éstos últimos dos años, de acuerdo con los gerentes y administradores de las plazas.

Para Paulino Galvis, Gerente de Codabas, no sólo la organización que tiene su centro de abastecimiento e instalaciones es lo que les ha llevado a esta mejora, la fórmula consiste en dar un valor agregado como la atención personalizada y la posibilidad de negociar.

“Los comerciantes han empezado a entender al consumidor, a sensibilizarse con sus necesidades, por lo que hemos comenzado a recuperar el espacio y tiempo con los clientes y sabemos que la flexibilidad que brinda una plaza, al poder interactuar, asesorar al cliente en el momento de la compra, regatear y hasta regalar la ‘ñapa’, es una de nuestras grandes ventajas”, aseguró Galvis.

Sin embargo, la lista de factores positivos para estos hitos históricos no para allí. La ubicación de estos centros de abasto, la creciente tendencia del mercado por alimentarse sanamente y con productos orgánicos, la facilidad en los precios y el auge de los tenderos, también contribuyen a la resurrección de las plazas.

De acuerdo con un experimento realizado por la revista CocinaSemana, hacer mercado en una plaza puede ser 50% más económico que en un supermercado. (ver aquí experimento), razón que evidentemente motiva el incremento de la asistencia de los consumidores a estos lugares.

Para Miguel Ángel Muñoz, administrador de la plaza Santa Elena en Cali, la presencia de los tenderos también es fundamental para las plazas de mercado, pues hace transferencia con un público que no dispone para trasladarse hasta donde se encuentra el mercado y prefiere comprarle al tendero su consumo diario, lo que lleva a los tenderos a ser compradores fieles de las plazas al por mayor.

El tendero es quien fortalece nuestro mercado, pues aunque la masa de consumidores que asiste a la plaza es importante, es por medio del tendero que las personas de estrato 1 y 2 le terminan comprando a la plaza, a través de una cadena, claro está. Pues es éste el que nos compra a nosotros, para venderles a ellos y lo que ha llevado a que las ‘Galerías’ sigan en el negocio”, señaló Muñoz.

Es así como la sociedad ha vuelto a reconocer en los mercados actividades económicas atractivas. No obstante, a pesar del progreso en los últimos años, la antigüedad de sus instalaciones demanda del Estado inversiones significativas para su modernización, algo que apenas se está generando, sobretodo en la capital del país, desatendiendo las necesidades de las otras regiones y generando una tardanza en la pelea que tienen las plazas con las grandes superficies.

La fórmula para ganar la batalla entonces es vincular al Estado en el proceso y forjar una mejor administración a ver si con la ayuda gubernamental las plazas vuelven a regular la canasta familiar de los hogares en Colombia.